Artystoria
Espacio sobre historia y arte
Hoy conocemos el Camino de Santiago o la Ruta Xacobea como un viaje de aproximación a un lejano punto de referencia, los motivos del actual viajero son muy diversos, desde que el Camino de Santiago es una moda para gente curiosa, en general, hasta el que lo vive como el peregrinaje de la Edad Media, pasando por aquellos que disfrutan de paisajes y gastronomías ajenas. Sin embargo, en tiempos, el Camino de Santiago tenía una única finalidad, acudir a la tumba del apóstol Santiago el Mayor, que era sin duda Jacob, uno de los doce que recibieron de Jesús la Gracia y el Mandato de comunicar el Evangelio. Esa finalidad, actuó como reclamo para poblar y afianzar la presencia cristiana en el noroeste peninsular, cuando estaba amenazada por el Califato de Córdoba en primera instancia y por el Imperio Almohade posteriormente. Estas devociones suelen tener orígenes que basculan entre la historia y la leyenda, y el peregrinaje a Compostela es una de ellas. Pero, cual es el origen de esta devoción? Entre los años 813 y 820, un ermitaño que la tradición recuerda como Paio, Pelagio o Pelayo, -de nuevo un Pelayo como en Covadonga-, le dijo al obispo Teodomiro de Iría Flavia, hoy Padrón, que había visto unas luces en un monte despoblado; el obispo Teodomiro hizo excavar en el lugar señalado por el ermitaño y aparecieron unas tumbas que posiblemente correspondían a una necrópolis romana. El Rey Alfonso, el Casto, de Oviedo hizo construir una capilla en el lugar...Sobre dicha capilla se alza hoy la Catedral de Santiago de Compostela. Es interesante conocer la situación del Reino de Oviedo, embrión del futuro Reino de León, para enmarcar debidamente las causas del entusiasmo del Rey Alfonso en el hallazgo de Compostela. Alfonso reinó durante medio siglo y afianzó el Reino de Oviedo, imponiéndose a las conjuras de nobles levantiscos, organizando la marca del Duero como tierra de nadie en litigio y concentrando la población cristiana en la cornisa cantábrica, asimismo envió dos embajadas a Carlomagno intentando tejer una alianza contra el común enemigo, los musulmanes. El hallazgo de Compostela contenía un mausoleo romano, y una tumba que llamó poderosamente la atención del obispo Teodomiro. Surgió de inmediato la identificación de la tumba y los restos que contenía como la confirmación de la presencia del apóstol Santiago el Mayor en Hispania. La historia admite que Santiago fue condenado a muerte por el Rey Herodes Agripa, entre los años 41 y 44, siendo decapitado en Jerusalén. La leyenda medieval afirma que el apóstol Santiago el año 33 siguiendo el mandato de Jesús embarcó atravesando el Mediterráneo en busca de pueblos gentiles donde predicar el Evangelio. Curiosamente hay tres presupuestos sobre su periplo, el primero lo sitúa cruzando las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar) y siguiendo la costa portuguesa llega a Galicia donde inició su labor apostólica; el segundo afirma que el apóstol desembarcó en Tarraco (Tarragona) que tomó el Valle del Ebro hasta entroncar con la vía romana que lo conduciría por la cornisa cantábrica hasta el Finisterre; y el tercero sugiere que desembarcó en Cartago Nova (Cartagena) y desde allí se dirigió hacia el norte peninsular. La misma tradición sostiene que Santiago realizó conversiones en Hispania, e incluso que tuvo discípulos, siete de los mismos prosiguieron con la labor evangelizadora cuando Santiago regresó a Jerusalén; y para poder hacerlo los siete fueron ordenados obispos por San Pedro en Roma; son conocidos en la tradición como los Siete Varones Apostólicos. Santiago regresa a Judea para visitar a María y allí halla la muerte y según la leyenda, dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro embalsaman su cadáver y lo transportan hasta Galicia, hasta Iría Flavia, donde siglos después el obispo Teodomiro descubriría su tumba. Toda esta tradición, sea legendaria o tenga un trasfondo histórico1 , llega a la Península entre los siglos VI y VII, según Claudio Sánchez Albornoz2 ; en un momento histórico anterior a la caída del Reino Visigodo en Hispania, y posiblemente formaba parte de la corriente de veneración y tráfico de las reliquias del cristianismo. Arrasado el Reino Visigodo y establecido en la Península Ibérica el dominio musulmán, es para los incipientes principados y reinos cristianos 1 La ausencia de Santiago de las tierras de Judea está recogida en los apócrifos neotestamentarios como el libro de la Dormición de María. Lo cual no confirma su presencia en Hispania. 2 “ En los albores del culto jacobeo”. Artículo de Claudio Sánchez Albornoz publicado en la revista Compostelanum 1971. del norte de gran utilidad todo aquello que fomentara el fervor cristiano, y la leyenda de la tumba de Iría Flavia iba a ser de decisiva para conformar una fuerte identidad de las tierras del Reino de Oviedo. Datos de la crónica de Alfonso el Casto, indican que el Rey Alfonso fue el primer peregrino, y que el primitivo camino fue la ruta que desde Oviedo llevaba al templo alzado en Iría Flavia, hoy Santiago de Compostela. Alfonso se había percatado de lo importante que seria aquella vía de comunicación, para aglutinar sus tierras de Galicia con las de Asturias, lo que llegaría a favorecer el comercio y con una base religiosa de fondo lo que podía erigir su reino como el más genuino representante de la fe cristiana en la antigua Hispania.